Un viaje hacia el verdadero Amor Propio.

Un viaje hacia el verdadero
amor propio

El amor propio es ese aprecio, amor y cariño que sentimos hacia nosotros mismos. Implica aceptarnos y valorarnos tal como somos, con todas nuestras imperfecciones, y tratarnos con amabilidad y respeto. 

En nuestra sociedad, el amor propio está estrechamente vinculado con la salud física y el autocuidado: comer sano, hacer ejercicio, establecer rutinas de bienestar. Sin duda, estos hábitos son fundamentales y representan el primer paso hacia el amor propio. Es la capacidad de darnos cuenta de que nuestro cuerpo necesita salud y bienestar para funcionar de la mejor manera posible.

Sin embargo, existe un nivel más profundo de amor propio que va más allá del simple autocuidado físico. Se trata del cuidado mental, emocional y lo espiritual, aspectos igual de esenciales en nuestro bienestar. Desde mi propia experiencia, durante mucho tiempo integré muy bien estos hábitos saludables, creyendo que con ello cultivaba un amor propio sólido. No obstante, fue a través de experiencias retadoras en mi vida que comprendí que, a pesar de mantener un estilo de vida saludable, me hacía falta algo esencial: amarme profundamente en todas mis dimensiones.

En mi proceso de desarrollo personal y crecimiento espiritual, descubrí que el verdadero amor propio no solo implica cuidar nuestro cuerpo, sino también aceptar todas las partes de nuestro ser. Esto significa abrazar nuestra luz y nuestra sombra, reconocer las facetas de nosotros mismos que nos resultan incómodas y aprender a integrarlas con compasión. Amar todo nuestro Ser implica mirarnos con honestidad, enfrentar nuestras heridas y brindarles la luz de la aceptación. No se trata solo de fortalecer nuestras virtudes, sino también de comprender, aceptar y amar nuestras debilidades.

Cuando logramos abrazarnos por completo, con nuestras luces y sombras, todo en nuestra vida comienza a alinearse con el amor. Y es entonces cuando los hábitos de autocuidado dejan de ser una obligación o una tarea más en nuestra lista diaria y se convierten en una manifestación natural del amor que sentimos por nosotros mismos. Cuando nos aceptamos en totalidad, tomar decisiones que nos nutran y beneficien deja de ser un esfuerzo, porque el amor propio real resuena con cada acción que emprendemos.

El amor propio, en su esencia más pura, no es solo el reflejo de los hábitos que practicamos, sino la manera en que nos vemos, nos tratamos y nos hablamos cada día. Es un viaje de autodescubrimiento constante, en el que aprendemos a sostenernos con ternura en los momentos difíciles y a celebrar con gratitud nuestra existencia. Porque cuando nos amamos verdaderamente, cada aspecto de nuestra vida se transforma en un acto de amor hacia nosotros mismos.

Deja un comentario